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EL DOLOR

  • mikearcos
  • 18 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

Ni más faltaba, hacer un tratado del dolor, que “es una experiencia sensorial y emocional (subjetivo) desagradable que pueden experimentar todos aquellos seres vivos, que disponen de un sistema nervioso central”. Hablar del dolor es hablar de toda la humanidad, que seguramente ha sentido cualquier tipo de dolor: crónico, agudo, nociceptivo, neuropático, somático, visceral, psicogénico, episódico, el coco de los dolores: el oncológico y seguramente muchos más. Hay dolores curables y otros que no, pero que pueden ser tratables y, por ende aparecen los paliativos, analgésicos, anestésicos, etc. Existe desde el dolor fetal hasta el dolor de madre, que se cualifica como la máxima expresión de la experiencia sensorial y emocional. Y, metafóricamente ni se diga: nos damos cuenta que tenemos alma, cuando por un episodio generalmente nostálgico, decimos: me dolió hasta el alma ; por actitudes y acontecimientos de Colombia, sentimos dolor de patria: dolor por la muerte de líderes sociales, dolor por las masacres de jóvenes (Cali y Samaniego), dolor por los niños violados, dolor el sistemático sufrimiento de los vulnerables, dolor por las muertes causadas por la covid-19; dolor por sobre costos en los mercados, dolor porque no tenemos infraestructura para la salud, dolor por la muerte de quienes salvan vidas, dolor por las injusticias, dolor de una partida y, dolor porque nos llevamos el primer lugar en corrupción. Para los hinchas furibundos, dolor porque su equipo pierde. Dolores sociales son los que hay; y que no se curan fácil, con pomaditas, ungüentos, pepitas, pases mágicos, brujería o panaceas. Aquí no hay dolorán que valga, eso puro cuento chino. Tampoco muchos le tienen miedo a generar dolor, y que por su alto grado de insensibilidad e indolencia, les importa poco y nada el dolor ajeno. Por el contrario, viven de él.

Irónicamente, un: te quiero más que un dolor de muela; o, me dolió como una patada en los testículos; me dolió más que pegarme en el chiquito, bueno en el dedo pequeño del pie; se utilizan para señalar el gran malestar o sensación causado(a) por algún acontecimiento, físico o emocional.

El dolor tiene su contrincante, el placer, como sensación muy agradable, limpia y de pleno disfrute. Pero para algunos pervertidos producir dolor a otros o hasta si mismos, es más que un placer; son trastornos que nos confunden y que también lamentamos porque no dejan de existir, como el sadismo, masoquismo, o el combo: el sadomasoquismo.

La capacidad para soportar el dolor está en los genes, explicó el neuropsicólogo Francisco Rivero. Entonces, el dolor ¿hasta dónde subjetivo? averígualo Vargas, lo cierto es que lo sentimos por un pellizco, un pinchazo, un golpe, un calambre, un retorcijón, cólicos, cachetada, bofetada, desgarro, luxación, quemón, coscorrón, hasta por un amor mal correspondido, etc. Pero también con palabras mal dichas, esas que decimos, no tienen reversa. Porque después del ojo afuera, no queda sino el hueco adentro.

Para terminar: Mambrú se fue a la guerra que dolor que dolor que pena, no sé cuándo vendrá. Plagiando la canción infantil, no sabemos cuándo vendrá o llegará la vacuna contra la covid-19. Ojalá sea para navidad, o antes.

Very cordially

 
 
 

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