BREVE TEORÍA DEL COLOR
- mikearcos
- 3 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Las velas y las flores con distintos colores significan tristeza, alegría, pasión, esperanza, amor, pureza, desprecio y etcétera. Nosotros los colombianos oscilamos entre todos estos sentimientos o sensaciones. Pero el cuento de los colores se aprecia también de otras maneras: políticamente nos casamos por las razones que sean, con el color rojo, color azul, el verde u otro y pareciera que los principios, la ética y las propuestas fueran transparentes. Se habla de obras inconclusas, que no son otra cosa que elefantes blancos. Tenemos problemas internacionales por ser productores y exportadores del “polvito” blanco, con la correspondiente presencia de billete verde. Poseemos marca mundial de timadores, chanchulleros, corruptos y por consiguiente abundan los ladrones de cuello blanco. Se acordó proceso de paz, pero seguimos en guerra y en los campos de batalla se confunden los colores de uniformes verde camuflado de ambos bandos o “enemigos”, pero siempre el rojo de los ríos de sangre de colombianos. Esta guerra maldita, parece que no se acaba y los símbolos bandera blanca y paloma de la paz, no sirven para nada. Y nada que logramos la paz que necesitamos. Está de-morada. ¡¡qué horror, qué horror qué pena!!
Del fondo de nuestra tierra, compañías propias y extranjeras extraen el precioso líquido negro (petróleo) que transforman en productos importantes, pero de ello nos corresponde poco. La raza negra del Chocó, explota el metal dorado; pero continúa siendo una región abandonada por el Estado. Las piedras verdes del occidente boyacense son la esperanza de muchos, pero la riqueza de pocos.
Nuestros billetes, en el tiempo, han sido de distintos colores, las monedas doradas y plateadas, pero su poder adquisitivo, tiene el color de la pobreza, negro oscuro, por cierto.
En la Bandera oficial de Colombia predomina el amarillo intenso, representando la riqueza de nuestro territorio; el azul, por los océanos que nos bordean y el rojo, la sangre que derramaron nuestros patriotas por la libertad –espero no ofender a Benedetti--; pero eso fue historia; pues ahora predomina el rojo, por la sangre que diariamente se vierte por muertes de colombianos, por culpa de paramilitares, guerrilla, delincuencia común, policías y civiles. El azul se ha convertido en un azul oscuro o azul sucio, producto de la contaminación de océanos, ríos y quebradas. El amarillo sería el más pequeño, pues la riqueza es sólo una ilusión para las mayorías, ya que ésta corresponde a la “nobleza” del país. Es decir, por la realidad que vivimos, los colores del tricolor patrio debería ser: rojo, gris y amarillo.
En los eventos deportivos, no se deja ver el color del juego limpio, pues por la mala intensión o violencia en los escenarios, se esgrimen tarjetas amarillas y rojas; al punto que deben hacer presencia organismos de apoyo y auxilios como el anaranjado de la defensa civil o la cruz roja.
Si de semáforos se trata, el daltonismo irresponsable de algunos choferes, hace que aparezcan la blancas ambulancias con su luz roja iluminando la tragedia o, en el peor de los caos aparece el negro de los carros fúnebres.
La Navidad se avecina y se verán luces de todos los colores que iluminarán el triste panorama de pandemia. Pero los que no se quieren inspirar ni iluminar, son algunos dirigentes, para hacer un país más justo, menos miserable o por lo menos más llevadero. Y por favor, sigamos cuidándonos, así evitaremos vestirnos de negro luto y escuchar: “que brille para ella la luz perpetua”.
Very cordially
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