BICIBLETAS (de antes)
- mikearcos
- 25 may 2020
- 2 Min. de lectura
Gratitud y reconocimiento es lo mínimo que le debemos al Centro Comercial Andino, CCA, que con su proyecto “Acompáñame a la Escuela” donó casi 300 caballitos de acero a estudiantes de una decena de municipios de Boyacá. Agradecimientos extendidos al ejercito nacional, al ministerio de educación y a la secretaria de educación de Boyacá, que respaldaron el proyecto. De altruismo podría cualificarse la magnifica idea del mencionado centro comercial; pero, la bondad de la que somos objeto, nos deja un sin sabor: tuvimos que esperar que una organización de Bogotá, se diera cuenta de las penurias, dificultades y tiempo por las cuales tienen que pasar niños y niñas de la tierrita para asistir a la escuela más cercana. Seguramente existe alegría en los estudiantes que reciben las bicicletas, que a la final son incentivos logrados por sus proyectos sociales y ambientales elaborados.
Estamos sorprendidos del éxito del proyecto, manifestó Adriana García del CCA, y nosotros agradecidos porque “acerca” los estudiantes a la escuela, además que proyecta adeptos al deporte de las bielas, ese deporte que tantas glorias le ha dado al País.
De este gran gesto, es importante, que nos quede la lección del ejemplo y que comerciantes, empresarios, alcaldes y políticos con aspiraciones en turno, en Tunja y el departamento, multipliquen la idea y en lugar de prometer tanto, se dediquen a proyectar apoyos efectivos y soluciones reales a tanta dificultad que se presentan en educación, salud, vivienda, recreación, deporte y calidad de vida en general, de muchos paisanos a quienes les piden el favor del voto. A personas y empresas que no incursionan en política, pero que tienen posibilidades económicas, como la banca entre otras, ojalá se les ocurra copiar del CCA y se hagan notar con apoyo o auxilio a unos y patrocinios a otros; como lo hacen pocos, como la Universidad de Boyacá, la Lotería de Boyacá y G&J.
Pongámonos en los zapatos de los que sufren y como el CCA entreguémosles calzado, que les permita “patoniar” por los caminos agrestes que conducen de los ranchos a las escuelas.
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